Raúl cuero (1948).
Deportista
y científico de la NASA, una historia única de superación personal.
¿Cómo logra una persona, que nace en medio de la pobreza, ser
hoy un científico con seis inventos (una de ellas avalada por la Nasa) y uno de
los mejores bioquímicos en Estados Unidos?. Desde la más absoluta pobreza, Raúl
Cuero ha conseguido alcanzar las más altas cotas del prestigio en la comunidad
científica internacional científico y bioquímico colombiano asentado en los
EEUU.
Cuero nació en la ciudad de
Buenaventura (Costa del Pacifico
Colombiano) en 1948 de una
familia humilde. Cuero narra en su libro "Entre el triunfo y la
supervivencia" cómo ha sido la historia de su vida, de muchos
sacrificios en su natal Buenaventura, su amor al deporte, especialmente al
baloncesto en el cual fue un destacado jugador, además de su altura
considerable (1.95 metros). Sus estudios primarios los realizó en Buenaventura,
los secundarios en la misma ciudad, los profesionales los realizó en la Universidad
del Valle en Cali en donde
llamó la atención de un visitante estadounidense que se admiró al observar que
el joven Cuero había hecho crecer una planta parásita en laboratorio a la
dimensión de 13 centímetros. Esto le abrió las puertas a los Estados Unidos en donde
continuó sus estudios y luego en Inglaterra para
iniciar una carrera de reconocimientos por sus resultados investigativos,
especialmente por parte de la NASA.
Pese a sus triunfos en el exterior, ha tenido siempre en cuenta a su país natal
el cual visita con frecuencia para promover actividades de educación y ciencia
entre los niños. Cuero dirigió cuatro equipos de biología sintética en el
mundo en 2006 en el
Instituto de Tecnología de Massachusetts.
Raúl Cuero creó una
proteína que bloquea rayos ultravioleta y daría origen a nuevas formas de vida.
Crear vida en otros
planetas parecería ser un suceso divino. Pero a la luz del hallazgo de una
proteína natural que bloquea la radiación ultravioleta y regula el calor,
podría dejar de serlo.
Esta molécula,
descubierta por el científico colombiano Raúl Cuero, le otorgaría a
la raza humana la capacidad de reanimar superficies muertas como la de Marte,
escasa en oxígeno y abundante en hierro.
La explicación es
esta: al transferir el gen de la proteína a las plantas; dice el científico,
también tiene la capacidad de proteger del calor y regular el hierro-, estas
podrían resistir las altas temperaturas y los efectos nocivos de los rayos
ultravioleta. Tales condiciones les permitirían crecer en el Planeta Rojo.
Y al liberar oxígeno a
la atmósfera, mediante el proceso de fotosíntesis, la vida sería posible, pues
este elemento químico es clave para la existencia.
La propuesta llamó la
atención de la agencia espacial estadounidense (Nasa),
Cuero ya está
diseñando el diagrama de la planta, que también podrá ser cultivable en el
desierto y que permitiría recuperar áreas productivas perdidas, a causa de la
desertificación.
Para este genio afrocolombiano era un
paradigma, que suma este prometedor avance a un listado de al menos veinte
invenciones producidas durante una carrera científica que empezó en su niñez.
A los 10 años, Cuero
se conectó con el concepto del origen de la vida
con su nuevo hallazgo:
la vida viene del suelo, no de la atmósfera. Y para encontrarla en Marte, hay
que conocer primero la electroconductividad de su superficie, es decir, su
capacidad de dejar pasar la energía eléctrica, de permitirle circular
libremente.
En una especie de
invernadero, el científico simulará el crecimiento de vida vegetal en suelo
marciano, con el apoyo de un sistema de modelaje computacional.
Pero los potenciales
usos de la proteína hallada no se quedan ahí: también será vital para proteger
la piel contra el cáncer, evitar que las frutas y verduras pierdan sus
vitaminas por su prolongada exposición al sol y proteger a los astronautas -y
sus naves- en sus misiones espaciales. Igualmente, se podrá utilizar como
nanopartícula en diferentes materiales, entre ellos el vidrio y el plástico.
Raúl Cuero, PH D en
Microbiología, está convencido de que un invento no se diseña, sino que nace en
el proceso de investigación, en un medio creado para ello. El suyo fue la
biogénesis, el origen de la vida, pues siempre trató de comprender la
existencia de Dios.
También cree
firmemente que los hallazgos brotan de una mente creativa y persistente.
Aquella que es capaz de hallar las diferencias entre las semejanzas. Y gracias
a su ingenio, llegó a la proteína.
Después de tres años
de lucha, la Nasa le dio finalmente el sí a su proyecto de electroconductividad
del suelo como matriz donde se origina la vida, aunque le entregó pocos recursos.
Realizo otras invenciones como el vínculo que podría explicar cómo los
organismos, incluso el ADN, fueron capaces de sobrevivir al constante bombardeo
de irradiación al principio del planeta Tierra, cuando no había efecto
invernadero para resguardar el medio ambiente de las lluvias de la radiación
ultravioleta.
Este hijo de
Buenaventura, que sobrevivió a la pobreza y descubrió el alcance de su
curiosidad tras observar el apareamiento de cucarachas sobre bambú viejo y
colas cortadas de lagartijas, demostró
que la creatividad nace de la observación de la naturaleza.
Por eso, sus primeras
investigaciones científicas las hizo con plantas. Aprendió a reconocerlas por
el olor de sus hojas, como le enseñó su abuela Petrona Rengifo, a quien le debe
la inducción a su pensamiento creativo. Tal vez por eso, dos de sus grandes
invenciones se relacionan con plantas.
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