viernes, 2 de noviembre de 2012


Raúl cuero (1948).
Deportista y científico de la NASA, una historia única de superación personal.

¿Cómo logra una persona, que nace en medio de la pobreza, ser hoy un científico con seis inventos (una de ellas avalada por la Nasa) y uno de los mejores bioquímicos en Estados Unidos?. Desde la más absoluta pobreza, Raúl Cuero ha conseguido alcanzar las más altas cotas del prestigio en la comunidad científica internacional científico y bioquímico colombiano asentado en los EEUU. 

Cuero nació en la ciudad de Buenaventura (Costa del Pacifico Colombiano) en 1948 de una familia humilde. Cuero narra en su libro "Entre el triunfo y la supervivencia" cómo ha sido la historia de su vida, de muchos sacrificios en su natal Buenaventura, su amor al deporte, especialmente al baloncesto en el cual fue un destacado jugador, además de su altura considerable (1.95 metros). Sus estudios primarios los realizó en Buenaventura, los secundarios en la misma ciudad, los profesionales los realizó en la Universidad del Valle en Cali en donde llamó la atención de un visitante estadounidense que se admiró al observar que el joven Cuero había hecho crecer una planta parásita en laboratorio a la dimensión de 13 centímetros. Esto le abrió las puertas a los Estados Unidos en donde continuó sus estudios y luego en Inglaterra para iniciar una carrera de reconocimientos por sus resultados investigativos, especialmente por parte de la NASA. Pese a sus triunfos en el exterior, ha tenido siempre en cuenta a su país natal el cual visita con frecuencia para promover actividades de educación y ciencia entre los niños. Cuero dirigió cuatro equipos de biología sintética en el mundo en 2006  en el Instituto de Tecnología de Massachusetts.
Raúl Cuero creó una proteína que bloquea rayos ultravioleta y daría origen a nuevas formas de vida.

Crear vida en otros planetas parecería ser un suceso divino. Pero a la luz del hallazgo de una proteína natural que bloquea la radiación ultravioleta y regula el calor, podría dejar de serlo.
Esta molécula, descubierta por el científico colombiano Raúl Cuero, le otorgaría a la raza humana la capacidad de reanimar superficies muertas como la de Marte, escasa en oxígeno y abundante en hierro.

La explicación es esta: al transferir el gen de la proteína a las plantas; dice el científico, también tiene la capacidad de proteger del calor y regular el hierro-, estas podrían resistir las altas temperaturas y los efectos nocivos de los rayos ultravioleta. Tales condiciones les permitirían crecer en el Planeta Rojo.
Y al liberar oxígeno a la atmósfera, mediante el proceso de fotosíntesis, la vida sería posible, pues este elemento químico es clave para la existencia.
La propuesta llamó la atención de la agencia espacial estadounidense (Nasa),
Cuero ya está diseñando el diagrama de la planta, que también podrá ser cultivable en el desierto y que permitiría recuperar áreas productivas perdidas, a causa de la desertificación.
 Para este genio afrocolombiano era un paradigma, que suma este prometedor avance a un listado de al menos veinte invenciones producidas durante una carrera científica que empezó en su niñez.
A los 10 años, Cuero se conectó con el concepto del origen de la vida
con su nuevo hallazgo: la vida viene del suelo, no de la atmósfera. Y para encontrarla en Marte, hay que conocer primero la electroconductividad de su superficie, es decir, su capacidad de dejar pasar la energía eléctrica, de permitirle circular libremente.
En una especie de invernadero, el científico simulará el crecimiento de vida vegetal en suelo marciano, con el apoyo de un sistema de modelaje computacional.
Pero los potenciales usos de la proteína hallada no se quedan ahí: también será vital para proteger la piel contra el cáncer, evitar que las frutas y verduras pierdan sus vitaminas por su prolongada exposición al sol y proteger a los astronautas -y sus naves- en sus misiones espaciales. Igualmente, se podrá utilizar como nanopartícula en diferentes materiales, entre ellos el vidrio y el plástico.



Raúl Cuero, PH D en Microbiología, está convencido de que un invento no se diseña, sino que nace en el proceso de investigación, en un medio creado para ello. El suyo fue la biogénesis, el origen de la vida, pues siempre trató de comprender la existencia de Dios.
También cree firmemente que los hallazgos brotan de una mente creativa y persistente. Aquella que es capaz de hallar las diferencias entre las semejanzas. Y gracias a su ingenio, llegó a la proteína.

Después de tres años de lucha, la Nasa le dio finalmente el sí a su proyecto de electroconductividad del suelo como matriz donde se origina la vida, aunque le entregó pocos recursos. Realizo otras invenciones como el vínculo que podría explicar cómo los organismos, incluso el ADN, fueron capaces de sobrevivir al constante bombardeo de irradiación al principio del planeta Tierra, cuando no había efecto invernadero para resguardar el medio ambiente de las lluvias de la radiación ultravioleta.

Este hijo de Buenaventura, que sobrevivió a la pobreza y descubrió el alcance de su curiosidad tras observar el apareamiento de cucarachas sobre bambú viejo y colas cortadas de lagartijas, demostró que la creatividad nace de la observación de la naturaleza.
Por eso, sus primeras investigaciones científicas las hizo con plantas. Aprendió a reconocerlas por el olor de sus hojas, como le enseñó su abuela Petrona Rengifo, a quien le debe la inducción a su pensamiento creativo. Tal vez por eso, dos de sus grandes invenciones se relacionan con plantas.

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